miércoles, 23 de septiembre de 2009

Cumpleaños

Atájense… llega otro cumpleaños.

Se acerca el fin de semana largo. Yo, totalmente dispuesta a disfrutar la tranquilidad de mi hogar. Suena el teléfono, percibo la gran alegría de mi amiga Marga, invitándome a su cumpleaños. Es a las 14 hs, traete un par de ojotas, una malla y una muda de ropa interior”. Y me dio una dirección. Hasta las ojotas y la malla, veníamos bien, pero… ¿y la muda de ropa interior?
Además, 14,00hs. Qué horario inusual, almuerzo no es, merienda, tampoco.
En fin, cuestión de no pensar y acatar las ordenes de la cumpleañera.
Pero no era tan simple…. debo depilarme, las uñas de mis pies necesitan a mi pedicura, y ya que estoy, obviamente la manicura y… Inmediatamente pedí turno en el salón de belleza. Estábamos a un paso del fin de semana largo. Fue una agonía.
Llego el DIA, me acompañó mi amiga Pocha, que no paró de hablar en todo el camino. Era una hermosa casa, convertida hoy, en un bellísimo instituto de SPA.
¡Horror! Éramos diez las invitadas. Lo que nadie sabía, era que yo ODIO los SPA. Sufro de claustrofobia, no soporto el calor, y detesto que anden masajeándome todo el cuerpo.
Comenzó el tour, la profesional nos indicó, la piscina primero.
Miré la piscina, agua calentísima, pensé… caldo de bacterias.
Con mi mejor sonrisa, y siempre como una lady, me sumergí, mientras practicaba Control Mental, para que no me comieran los bichos.
Superado el primer golpe, pasé al segundo. Hidromasajes.
Los borbotones de agua salían con fuerza de todos lados, se suponía que debía adaptarlos a donde más lo necesitara, en realidad era en mi cerebro, ya que sólo quería llegar pronto al final del DIA. No sin antes decirle a la cumpleañera que estuvo fantástico, pasé a la etapa siguiente: El SAUNA.
“Allá vamos”, pensé, siempre sonriendo como la mejor.
Nuevamente mi amiga Pocha me acompañó.
La profesional, explicó el uso del mismo y cerró la puerta. Sentada en los bancos de madera, sin pensar en el calor, sentí que comenzaba a desintegrarme.
Las gotas me caían sin piedad, miraba a mi amiga y no la escuchaba, solo la veía gesticulando. Mi mente ya estaba bloqueada, mis oídos sordos, y mis neuronas inflamadas. Sin perder la cordura dije: ¿Qué opinas si abrimos un poco la puerta? Pero ya tenÍa la mano en el picaporte y giraba, inútilmente, la esfera de madera, hacia un lado y hacia el otro. “No abre… ¡ja!”, murmuré mientras seguía desintegrándome, y de mi cabello caían gotas rojas, que no eran de sangre… ¡me estaba destiñendo!
El picaporte esférico giraba en falso. La puerta no se abría. Ya no me importaba mantener mi porte de Reina. Levanté el pie, coloqué la planta, con sus cinco dedos sobre la puerta, y del patadón casi paso al otro lado. Turbada, desorientada y chorreando, encontré como pude la ruta que me conduciría a la ducha. Fue lo mejor del cumpleaños. Mi pesadilla llegaba a su fin. Sobreviví las cinco horas de tortura.
Nos esperaba una hermosa mesa de té.
Mientras me reponía Pensé: ¿Y si a la próxima en celebrar su cumple se le ocurriera un tour por algún consultorio fashion, para hacernos un PAP, mamas, endometrio y tomarnos un té después?
Mejor prevenirnos… Suena el teléfono.
¡Atájense!… Se viene otro cumpleaños.

ISABEL MAXOUTIAN

Integrante del Taller y del Grupo de Cuenteras, hasta el año 2007, se reintegró este año.

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