miércoles, 23 de septiembre de 2009

Homenaje a Abel Rodríguez

La línea de incio de este cuento, pertenece a Abel Rodríguez, escritor Rosarino que perteneció al Grupo de Boedo, cuyo cuento “La Barca” fue leído y analizado en el Taller, en una clase abierta a la que concurrió la Profesora María Silvia Pérsico. Este cuento deslumbró a muchos que no conocían de la existencia de su autor y es un ejemplo perfecto de cómo el escritor sale del relato y vuelve a entrar a él, desarrollando simultáneamente un sinnúmero de historias paralelas. Fue inspirador para muchos.


ESPEJOS


Aquellas manos estaban ceñidas a la caña, sobre la superficie del río, bailoteaba un corcho. Eran las mismas manos que quebraron el espejo de agua, con la intención de liberar demonios. Seres atrapados tras ese espejo ribereño.
Sobre la superficie del río se empezó a perfilar una figura, que por momentos tenía rasgos humanos. Pero la imagen era difusa y estaba invertida. El ondular del agua la distorsionaba.
Por alguna razón vino a mi mente el lado oscuro de la luna. Tal vez por lo siniestro de la imagen.
Que se corporizó y empezó a caminar patas arriba debajo del agua. Tenía un aspecto viscoso y ojos de serpiente.
Era clara su lucha por escapar del espejo que lo mantenía encerrado.
Fue entonces cuando comprendí el por qué de mi aversión a los espejos, por qué en casa no había ninguno
Me preguntaba, por qué en ese día tan especial, en el que pensaba nadar más que nunca, debía encontrarme con este ser. No me dejaría engatusar por esas pesadillas que más de una vez me sorprenden despierto, nada estropearía este día.
Me saqué la ropa, me zambullí y olvidé a la criatura. Mi cuerpo se sumergió hasta lo profundo, era demasiado tarde para echarme atrás.
Algo me retenía allí abajo, la superficie cada vez se veía más lejana. Me encontraba en el centro de un aro luminoso, en el cielo marino y por alguna razón inexplicable no me ahogué.
No sé cuánto tiempo pasó. Esa energía especial era un imán, y parecía no tener fin. Esa luz enceguecedora me llenaba de paz.

Me sentía atrapado entre dos dimensiones. Y una voz interior me advertía, que debía hallar el modo de volver al punto de partida. Pero, ¿cómo?
Ni siquiera sabía donde estaba. La fascinación era muy fuerte, pero el instinto me advertía peligro. Era imperioso huir, antes de que fuera demasiado tarde.
La luz se apagó, la energía que me tragaba desapareció, todo se volvió quietud y negrura. Era como si el alma se me hubiera volado.
Confusión y letargo.
Desperté temblando, estaba empapado, no lograba recordar cómo llegué a la orilla.
Sólo deseaba regresar a casa.
Flashes de la experiencia vivida, me resultan inquietantes e inexplicables.
Nunca imaginé que me tranquilizaría el asfalto, la gente, el bullicio de la ciudad. Tanto que logré sonreír, sintiéndome a salvo. Pensé que había sido victima de una jugarreta de mi mente.
Me encandilaban las luces de los autos, las vidrieras con sus marquesinas.
Era raro, nadie parecía notar mi presencia…
Me detuve en un negocio para ver mi aspecto y entonces descubrí que algo andaba muy mal.
Los carteles comerciales, las ofertas, las numeraciones y hasta las placas de identificación de los vendedores estaban invertidos, como si las viera en un espejo.
La cabeza me da vueltas, me apoyo en la vidriera para no caer. No puedo evitar el grito, al ver mi mano y mi imagen, reflejadas al revés.
Estoy atrapado en el espejo, tras esa puerta transparente, sin picaportes, pasadores, bisagras o cerraduras.
Debo tranquilizarme. Miro hacia arriba, veo aquellas manos ceñidas a la caña, sobre la superficie del río, bailotea un corcho.
Y comprendo todo, sólo él tiene las llaves del espejo.

ALEJANDRA ARQUÉS

Está en el Taller desde el año 2007. Lo suyo es la poesía. Decidió explorar la narración de historias. Se caracteriza por la capacidad de escuchar los comentarios y las críticas y aceptarlas con su especial humor. Logró finalmente contar un cuento, siempre manteniendo su estilo poético.




INCOMUNICANDONOS… PERO CON GLAMOUR


La fantasía creada por miles de seres humanos se hizo notar. El sueño 2.000 ingresó en el inconsciente, liberándonos, y lo hizo para quedarse. El acceso a la comunicación mundial nos mantendría unidos, pero eso sí, sin contemplar que, por fuerza mayor, abandonaríamos el único medio masivo humano de expresión; el habla, nuestra única esperanza.
El E-mail, el ICQ y los MSN son ese sueño. Libres de voz es que andamos. Me pregunto si el hecho de ir a un taller literario es por la razón de cotidianeidad que ocurre a mí alrededor. Vemos que la palabra” Navegar” ya no es sinónimo de embarcarse y que “un encuentro”, no significa verse cara a cara. Y es para ahorrar posibles molestias incómodas, réplicas no deseadas, que no llamamos, mejor escribimos, irritados, letra por letra.
Una carta, real, una hoja de papel dentro de un sobre, sin saludo ni firma, ya no implica un misterio, ni involucra al tiempo, ni al deseo, ni al destierro. El despacho en el correo, la interacción humana, el saludo amable, el encuentro amigable, sí son extraños, son un misterio contemporáneo.
Ahora “Nos Hablamos”, representa una respuesta escrita momentánea.
Es cierto, soñamos con un mundo más personal, pero el silencio nos aleja. De los cuatro vientos la lengua se soltó. De qué sirve, si ya no se escucha a la gente manifestarse con un grito, ni se declara ya, de esa forma, el amor.


LILIÁN KUFERA - 2009

Nueva integrante del Taller de Producción, muy interesada en aprender a leer en voz alta para participar del Grupo de Cuenteros. No ha tenido experiencia en Talleres, pero escribe, reflexiones, desde su adolescencia, no muy lejana. Tiene una enorme capacidad de recibir los aportes de los compañeros.

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